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viernes, 2 de junio de 2017

No habrá referéndum







Los golpistas secesionista de Cataluña, Puigdemont y compañía, se quejan y exigen al presidente del gobierno de España Señor Rajoy que manifieste y explique si va a emplear la violencia contra "Cataluña" en el caso de que se convoque y se lleve a cabo el referéndum secesionista. (lo entrecomillo, porque ellos, los secesionistas, secuestran la representatividad de todos los catalanes, cuando no es así), Como dicen en mi pueblo, "para mear y no echar gota". ¿Habrá más desfachatez y caradura que estos impresentables personajes de opereta que toman  a los españoles y su gobierno por tontos? El mismo Señor Puigdemont que guarda celosamente el contenido de la llamada ley de transitoriedad jurídica en un cajón con siete llaves (la norma que debe permitir el salto legal de la Cataluña autonómica a la Cataluña independiente, un compendio de normas propias de un Estado totalitario y antidemocrático), es el que exige a nuestro presidente, luz y taquígrafos, para descubrir su estrategia de autodefensa. O sea, la ley del embudo "ancho para mi y estrecho para ti". No será necesario aplicar la fuerza contra los secesionistas, (aunque a más de uno les gustaría ver los tanques por la Diagonal para cargarse de razones victimistas), aunque deberían saber -y lo saben- que el patrimonio  de la violencia le corresponde al Estado por derecho propio, más cuándo su deber y obligación por juramento, es defender al Estado de Derecho, frente a aquellos que quieren destruirlo saltándose el ordenamiento jurídico vigente, mediante un golpe de Estado institucional. Pero en este caso no será necesario porque, NO HABRÁ REFERÉNDUM, por múltiples razones. Primero, por ser ilegal y atentar contra el artículo 2º de nuestra Constitución. Segundo, por ser ilegítimo porque los independentistas no cuentan con el respaldo del 50% de los ciudadanos (lo correcto sería un 75% de los electores; es lo mínimo exigido, vista la trascendencia de la consulta). Porque no es democrático al no cumplir las mínimas garantías de imparcialidad, transparencia, mayorías cualificadas, neutralidad, etc. Porque no cuenta con el respaldo internacional (de nada sirve proclamar ser alguien si nadie te reconoce). Y finalmente porque fractura socialmente a la sociedad catalana, en lo cultural, histórico y lingüístico, dividiendo a la sociedad catalana en dos mitades de difícil reconciliación.





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