Lo bello está en la mesura…en la proporción
A Juan, hijo de Maximino
Cuando la idea se une a la materia inerte, se crea una obra de arte,
que trasciende a quien crea: es la obra de un artista
que plasma en la realidad,
lo que anteriormente fue idea, y ahora es facticidad.
Ese poder creador que la forma conforma
es aquel que informa a la materia entidad
de un ser nuevo, una nueva realidad:
es el “acto de ser”, realizado frente a la potencialidad.
El artista es un creador que de la nada procrea
allí donde todo es nada surge mediante la idea
una realidad acabada
que llamamos "entidad".
La belleza de los clásicos búscala en la proporción,
en la armonía de las partes, en su relación;
Así lo entendió Fidias, Demóstenes, Aristóteles,
como Sócrates y Platón.
JUAN HURTADO es un artista,- un artista creador-
que a golpes de latón procrea y esculpe objetos tan bellos
que causan admiración,
a quienes se recrean, en su contemplación.
Creador eres de belleza, HURTADO,
grande y humilde a la vez,
cuando transformas las formas en objetos ideales,
!grande tu apellido es!
¡Pero más grande es tu linaje!
pues te llamas JUAN HURTADO, grande y humilde a la vez.
MAXIMINO, ¿No es tu padre? de Roma le viene el nombre
entre lo grande y pequeño muestra la proporción
que está en "el justo medio";
por eso no cabe duda que cuando esculpes lo bello
debajo de la figura está lo que él te enseñó:
lo bello está en la mesura de la proporción.
antonio gonzález padilla
N.B. Juán Hurtado el hijo de Maximino, un hombre hecho a sí mismo.
”La gota agujerea la piedra, no por la fuerza, sino por la constancia” (Gutta cavat lapidem, non vi sed saepe cadendo) Ovidio, Epistolae ex Ponto.
Con esta bella cita de Ovidio, podemos resumir la vida de Juan Hurtado: la constancia. Su existencia se forjó a base de golpes, como aquellos que daba su padre en el taller familiar, transformando la hojalata en objetos llenos de propósito y belleza: una jofaina, una alcuza, un barreño, un farol o un candil. Cada golpe, cada esfuerzo le enseñó el valor de perseverar y modelar el mundo con sus propias manos. El tesón, el esfuerzo y el sacrificio marcaron su rumbo. desde Abla, donde heredó el arte de su familia, hasta Barcelona, adonde emigró persiguiendo oportunidades y superando las dificultades de tiempos duros.. En la SEAT empezó como operario, aprendiendo los secretos del motor y descubriendo la armonía y la elegancia en la carrocería. Su espíritu inquieto y creativo solo necesitaba la chispa de la imaginación para avivar la llama de los sueños y convertirlos en realidad. Así nació el Gran Albaicín. Hoy, sus manos dejan paso a otras, y su legado vive en cada persona que conduce ese sueño hecho metal.
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