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martes, 18 de octubre de 2016

Inmediatez y Discernimiento





La inmediatez se impone como un becerro de oro al que hay que adorar. Todo lo hacemos en una lucha contra el tiempo al que medimos pero no podemos parar. Está bien el imperio del cronómetro en las competiciones deportivas que sin el tiempo no serían posibles. Nuestro deporte rey -el fútbol- perdería todo aliciente sin lo inmediato; una milésima de segundo en la anticipación  o en a llegada al balón, marca la diferencia entre la gloria o el infierno, el triunfo o el fracaso, la victoria o la derrota, cosa bien sabida por todo el mundo; y así en otras múltiples actividades o facetas de la vida cotidiana. En otras, es el precio que hay que pagar por la inmediatez. Hoy se echa de menos aquellos tiempos en los que escribíamos cartas a nuestros interlocutores con tiempo suficiente como para pensar y escribir aquello que le queríamos decir, antes de echarlas al buzón de correos. Ese tiempo tan precioso evitaba lo que ya en su tiempo expresaba René Descartes como fuente de error y equivocación en el género humano: la precipitación. Con la aparición de las nuevas tecnologías la inmediatez se impone; todo es inmediato, todo se hace contra el crono. A más rapidez  y velocidad menos precisión y más error (siguiendo el símil anterior, como en el fútbol) Hoy rescatamos una palabra olvidada en el diccionario, una palabra hermosa: DISCERNIMIENTO. A la capacidad de reflexionar, tomarse un un tiempo, sopesar y ponderar el alcance de nuestras decisiones y acciones, se llama discernir. Es deliberar y reflexionar con tiempo suficiente para prever el alcance de nuestras acciones o hechos de acuerdo con la experiencia y el hábito del pasado; su virtud es la prudencia y la prevención. La facilidad con que apretamos un botón o empleamos un emoticono de agrado o desagrado, buscando la inmediatez, la celeridad del mensaje, es causa de error que nos puede costar caro, porque a veces nos equivocamos y expresamos todo lo contrario de lo que deseamos, a la vez que trivializamos el lenguaje escrito o gráfico perdiendo su razón de ser. Mucho peor es cuando utilizamos estos medios para expresar nuestra opinión utilizando palabras ofensivas que hieren a personas o entidades sin valorar sus consecuencias personales o sociales. El uso de aparatos con teclado virtual - bien por el tacto  o la visión-  nos hace incurrir en errores de consecuencias imprevisibles de dificil explicación o reparación. La facilidad y rapidez con las que se expanden nuestros mensajes por las redes sociales y sus implicaciones a terceros, nos ha de hacer reflexionar para poner todos los medios necesarios y no incurrir en errores que a veces por su gravedad pueden ser delitos penados por el código penal; por no hablar del daño moral.




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