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martes, 21 de junio de 2022

"Haced esto en memoria mía"




Ayer domingo fue un día muy caluroso en Granada. Fuimos a votar y aprovechamos la visita para asistir a la celebración eucarística en la parroquia de La Inmaculada Niña. Es un templo moderno construido en un barrio cercano a Bola de Oro, cuyo altar mayor lo preside un Cristo crucificado y una cita evangélica que en letras doradas sobre el ladrillo visto resaltan las palabras que la Virgen madre pronunció en las bodas de Caná: "Haced lo que Él os diga" (Jn 2, 5-6). 
Ayer la Iglesia celebraba la fiesta del Corpus Christi en toda España, por lo que la homilía versó sobre  la hermosa frase que pronunció Jesús en la institución de la Eucaristía: "Haced esto en memoria mía" (1 Cor 11,23-27) La 1ª Carta de los Corintios está escrita en torno al año 50 D.C. por Pablo de Tarso, y considerada la primera cita bíblica en el tiempo sobre la institución de la Eucaristía; no hay que olvidar que el primer evangelio fue el de San Marcos, escrito alrededor del año 70 D.C., unos veinte años después. El celebrante construyó la homilía en torno a la memoria, esa facultad misteriosa y compleja que tenemos los seres humanos para construir lo que somos, y sin la cual la existencia sería imposible. En este día celebramos el Corpus Christi, o lo que es lo mismo, celebramos un homenaje al Cuerpo y la Sangre de Cristo, siguiendo sus palabras de "Haced esto en memoria mía". Bajo las especies de pan y vino Jesucristo se encuentra, verdadera, real y sustancialmente presente, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad. A la Eucaristía se le llama "el sacramento por excelencia", porque en él se encuentra Cristo presente, quien es fuente de todas las gracias. A este sacramento se le denomina de muchas maneras dada su riqueza infinita. La palabra eucaristía quiere decir "acción de gracias", porque en esta celebración damos gracias al Padre, por medio de su Hijo Jesucristo, en el Espíritu Santo, y recuerda las bendiciones judías que hacen referencia a la creación, la redención y la santificación (Cfr. Luc, 22-19).
La iglesia ha de predicar al mundo la gran verdad que emana de la Eucaristía: el amor. Y éste consiste en hacer la voluntad del Padre haciendo su voluntad, que no es otra, que estar al lado de los más desfavorecidos, los pobres, los enfermos, y todos aquellos que sufren la injusticia de la exclusión existencial. Ha de dar testimonio de la gran verdad: que el hombre como criatura, no puede vivir en un mundo secularizado sin referencia a Dios su creador, de ahí el gozo inmenso de sentirse  criatura amada y dar gracias eucarísticas por todo lo que somos y tenemos. Los que nos alimentamos del cuerpo y la sangre de Cristo, hemos de dar testimonio vivo de este don tan apreciado de la Eucaristía, y ser ejemplo de caridad, fe, y esperanza en el mundo, de la presencia de Cristo en nuestra vida.



 

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