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lunes, 24 de marzo de 2014

!Kalimera desde España!




Desde España, !Buenos días Chipre! Lo prometido es deuda, queridos amigos. Después de tres inolvidables semanas entre  vosotros, aquí estoy con la piel untada por la fragancia de la flor de azahar y el recuerdo de esa bella isla elegida por Afrodita, la diosa del amor, la belleza y la fertilidad que surgió de las espumas marinas de Chipre para vivir sus aventuras mitológicas con el mirto y la paloma, como símbolos de su grandeza. ¿Quién podrá olvidarte sin ser desmemoriado o desagradecido? ¿Quién podrá dejarte sin sentir el desgarro de la ausencia en el corazón? Hermosa como tierra eres, entre las perlas del mediterráneo. Deseada por Fenicios, Egipcios, Romanos, Venecianos... Siempre trataste de ser fiel a tu destino en busca de la libertad...Fuiste botín, tierra de intercambio entre poderosos, que intentaron vaciar tu personalidad, sin conseguirlo. Tu bravura y la de tus hijos, nunca lo consintieron a pesar de tu pequeñez geográfica. La grandeza de espíritu de tus gentes siempre lucharon hasta alcanzar la gloria  a través del sacrificio y la lucha. La grandeza de los pueblos no se mide por la geografía, ni por las tierras conquistadas, ni por el auge económico, -y si me apuran- por esos índices de bienestar basados en índices que solo miden lo cuantificable...sino por la fe inquebrantable de su gente por ser ellos mismos en busca de la libertad, por la búsqueda de las raíces tradicionales, por la educación y formación de la juventud en los ideales de la patria, por el amor a las cosas que unen, como la música, la danza y las artes. Sois un país milenario pero de corta historia democrática. No puedo menos que recordar la mirada profunda de aquel hombre del museo  y su semblante de admiración, cuándo explicaba con orgullo la liberación de Chipre, ocupado por  los Ingleses, por aquellos hombres que entregaron su vida, juventud y bienestar personal por su país. Mientras aquel hombre hablaba de la lucha heroica de sus héroes, reflexionaba para mi mismo y llegaba a la conclusión que todos los pueblos han creado sus héroes, han tenido necesidad de hacerlo y de que la historia siempre ha de ser contada por los vencedores. La guerra es tan absurda y con tan poco sentido, que los hombres necesitan justificar -a veces distorsionando la historia- lo que es injustificable bajo el punto de vista ético-moral- como es el caso del empleo de las armas, la aceptación de la violencia y la muerte de seres humanos. Este no es el caso de Chipre. Cuando todos los recursos de diálogo han sido agotados y las negociaciones políticas fracasaron con una potencia colonizadora como el colonialismo inglés, negando la libertad de un pueblo y su razón de ser, entonces el empleo de la violencia no solo fue necesario sino lícito. Por eso ellos se sienten orgullosos de conmemorar la memoria de sus héroes, porque de "bien nacidos es ser agradecidos".


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