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martes, 5 de agosto de 2025

Annie Ernaux





Siempre he tenido en gran estima la literatura intimista de Annie Ernaux. Llamó mi atención por primera vez cuando supe que vivió en Annecy durante la década de los años 60, con sus padres como regentes de un café-colmado. Ciudad que conozco muy bien porque pasé mis mejores años en comisión de servicio, como profesor asociado de Lengua y Literatura Española durante el trienio de 1985-88, en el Lycée Berthollet de Annecy, sin  coincidir con ella. 
La razón de ser de su literatura la expuso en el discurso de aceptación del Nóvel. "hacer que lo indecible salga a la luz política". Lo indecible para Ernaux es lo más intimista y personal, rayando lo escabroso, que tiene el ser humano en su intimidad. Aquello que nos identifica y configura como seres humanos universales en una biografía -que si bien es personal- nos hermana en una crónica común de sentido profundo con dimensión universal. Los libros de cartas, los diarios, las memorias, encarnan el estrato bruto de la literatura; son su género más puro y honesto. Nada más alejado de la tiranía del ego o la vanidad. El yo que en ellos respira es un yo transpersonal.
El escritor no es un ser solitario alejado y relegado en una habitación apartada de los problemas mundanos. Más bien es un fiel reflejo en su mismidad de aquellos. Por muy humilde que sea y por muy poca formación que tenga, siempre tendrá algo que decir. Su mundo, será un filtro por el que pasan estos problemas sin que estos sean  percibidos conscientemente. Nada es ficción en su literatura. Todo es autobiografía. Ernaux va más allá. Considera que las frustraciones y desencantos de su vida afloran en su literatura reivindicando ser escuchados y comprendidos como un deseo de venganza y restitución, como una forma de redención por la culpa de los mismos. Los personajes de sus novelas aparecen asumiendo el rol de perdedores. Deshechos de la sociedad. Relegados y olvidados por incomprendidos. La "venganza" de la escritora consiste en sacarlos del anonimato como fiel reflejo de ésta, para puestos frente al espejo, denunciar sus propias contradicciones. 
El esfuerzo de Annie Ernaux por retener el tiempo pasado es minucioso e infatigable. La suya, una vocación colosal de honestidad y de integridad en la pasión por atrapar la vida, emplear esos cristales de su recuerdos que, gracias a una sabia alquimia, se convierten para nosotros en una herramienta de exploración, un vislumbre de la verdad del relato de nuestros días.
 

Annie Ernaux, es una escritora francesa ganadora del premio Novel de Literatura del año 2022.




domingo, 3 de agosto de 2025

Esto sigue siendo agua

                                


                                                   


                                      "El presente es siempre fragmento, torso incompleto". 

                                                                              María Zambrano
Hoy escribo al alba, bajo los sones lejanos de un pasodoble español de la verbena de mi pueblo, en fiestas de verano. Después de un tórrido día de calor, me encanta ponerme frente al ordenador con la brisa de la mañana, para escribir y fijar en la memoria aquello que el tiempo y el olvido tratan de arrebatarnos. No encuentro mejor medio para, retenerlo, fijarlo y conservarlo, que la escritura. Hoy, quiero compartir con vosotros un interesante artículo que he leído de Helena Farré en el ABC del sábado 2 de agosto, titulado: "Esto sigue siendo agua". Citando a Foster Wallace, en un discurso de graduación, H. Farré comienza su artículo con el diálogos de dos peces jóvenes que al encontrarse con un pez mayor, éste les saluda preguntándoles ¿Cómo está el agua? Los peces jóvenes siguen nadando hasta que uno se gira hacia el otro y pregunta "¿Qué demonios es el agua?". Con esta fábula Foster Wallace quería ejemplarizar como las realidades más importantes de nuestra vida, pasan desapercibidas, en una época de la hiperatención de la comunicación. Ésta y la urgencia del presente se nos escapa en esa lucha dialéctica entre pasado y futuro cuyo arquetipo es "el instante." Así habló Zaratustra (Nietzsche). El presente se impone sin tiempo para procesar la información ni de seleccionar aquello más importante que afecta a nuestra vida. "El presente es siempre fragmento, torso incompleto" (María Zambrano). Es el saber "prestar atención" y seleccionar lo que realmente importa porque afecta a nuestra vida, a nuestra libertad. Farré nos descubre la pérdida de tiempo que empleamos cuando fijamos nuestra atención o nos la fijan otros, en crear la necesidad de poseer  cosas,  con el imperativo categórico como necesario para nuestra felicidad. "Nuestra atención es aquello que nos configura como seres humanos. Tiene que ver con el placer y con la curiosidad y con la pregunta de quiénes somos y qué hacemos aquí. Tiene que ver con el humor y con la verdad. Como dijo Foster Wallace, tiene que ver con la libertad. Y la gran pregunta de nuestro tiempo es si somos verdaderamente libres. Si escogemos querer lo que queremos, si escogemos mirar lo que miramos. Prestar atención a lo que nos interesa, no lo que interesa a otros, porque "vivir sin atención implica vivir sin voluntad, y vivir sin voluntad significa vivir sin elección, es decir sin libertad" (Farré). Con la atención personalizada nos hacemos personas  con criterio propio, ágiles en el pensamiento y en el mantenimiento de ideas propias. Y lo que es más, nos hacemos ciudadanos libres posando una mirada concienzuda en lo que importa a nuestra sociedad. Mirar. Ver. Y aprender. Con palabras de Simone Weil, la atención es la forma más rara y más pura de generosidad porque toda empresa humana requiere de ella: fundar una familia, contar historias, cultivar nuestro entorno, sanar a un enfermo, defender la verdad, luchar contra la injusticia...Para finalizar, sin interés o curiosidad no hay preguntas importantes que lo merecen, y sin ellas, tampoco hay respuestas. "Como por ejemplo qué es el agua, es decir, qué es la vida."