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sábado, 2 de mayo de 2020

Desde mi ventana




El poder de la ideología


Hoy, un día cualquiera de abril, después de soportar unas semanas de reclusión forzosa a causa de la pandemia que asola a España, necesito compartir con vosotros estas reflexiones en la soledad de mi retiro, asombrado por la contemplación de Sierra Nevada. Ante mi, una niebla densa imparable que baja de la sierra, engulle en la nada la torre de la Iglesia de Abrucena que en unos minutos desaparece bajo sus fauces. Una magnífica metáfora que explica la pandemia que asola nuestro país y nos sitúa frente a nuestra precaria condición humana, sin tener en cuenta, nacionalidad, raza, religión, lengua o posición social, hasta convertirla en la nada.
"Desde su origen la literatura ha tenido en la paradoja de ese horizonte absoluto su fuente. Escribir  ha sido dar razón de esa precaria condición humana. Su forma límite es la epidemia. la metáfora "peste". Asimilada al pago de una culpa teológica que justificaría lo infinito de su pena". Escribe Gabriel Albiac en ABC Digital, (22/03/20  0,1:51h.) en un magnífico artículo titulado: La Enfermedad como metáfora. Ante la fugacidad del tiempo y la fragilidad de la memoria, el ser humano robó a los dioses la escritura, entre otras cosas, para que las gestas de los pueblos y los hechos más brillantes y significativos de nuestros antepasados, no queden enterrados en el pozo del olvido y sirva como referente pedagógico para las generaciones venideras. Un ejemplo ilustrativo lo tenemos en los grandes relatos de las religiones monoteístas, basadas en el "libro", como es el caso de la Biblia cristiana, la Torá judía o el Corán musulmán. Pero no todos los hechos pasados de la memoria colectiva de los pueblos han sido gloriosos, ni ser dignos de recuerdo, como demuestra la historia.
Fue así como desde una perspectiva de racionalidad, surgió la filosofía en Grecia para desde el caos  de la realidad mitológica poner orden e inteligibilidad en un mundo regido por el azar y la contingencia. El afán de saber pertenece a la condición humana y se manifiesta como contrapunto  a la limitación de su aparato instintual, como dominio de una voluntad de poder. Es evidente  que no solo ella acapara en exclusiva el poder de la razón, también la literatura, el arte o la religión, participan de ella, si bien priorizando la emoción, la forma, el sentimiento y la creencia, frente al pensamiento.
Este vasto saber  al que llamamos cultura, no es sino la respuesta del hombre ante las grandes preguntas metafísicas sobre nuestros orígenes, de nuestra peculiar manera de preguntarnos y de respondernos, que desde los albores de la humanidad hasta en la actualidad se manifiesta en la búsqueda del sentido de la existencia humana. Actualmente los valores trascendentes o del sentido no son exclusivos del pensamiento mítico, filosófico o religioso, la modernidad ha creado otros ídolos o mitos que sustituyen a Dios  y a todo lo que Éste representa para la humanidad. Un nuevo pensamiento fanático llamado ideología se ha instalado en  nuestra tribu, para supuestamente dar respuesta a un hombre moderno  aturdido e indefenso por medio de un lenguaje llamado propaganda, cuyo fin no es la búsqueda del bien común o la verdad, sino la dominación, la voluntad de poder, el engaño y la manipulación de los más débiles, incautos y acomplejados."Los humanos salen del seno materno como el vidrio fundido sale del horno. Pueden ser retorcidos, estirados y moldeados. Ésta es la razón por la que en la actualidad pueden ser educados para que se conviertan en cristianos o en budistas, capitalistas o socialistas, belicosos o pacifistas" (De Animales a Dioses, Yuval Noah Harari) Basta seguir algunos medios de comunicación en esta tragedia del Covi-19 para comprobar cómo las ideologías  se han instalado para moldear el pensamiento de los ciudadanos mediante la manipulación y la propaganda. Ésta es la razón por la que las proclamas desde el gobierno, lejos de explicar la verdadera realidad de los hechos y  e informar objetivamente a los ciudadanos, como corresponde a un régimen democrático, se nos secuestre como rehenes y se coarten las libertades culpando siempre a otros de su nefasta gestión, y no asumiendo sus propios errores. Un gobierno preparado más para la propaganda que para la gestión.
El comunismo y el fascismo son las dos caras que representan este paradigma o manera de pensar como las ideologías más perversas. Su gran enemigo es la libertad, y el Estado es la herramienta que utiliza como medio para imponer su ideología como voluntad de poder y hacernos más dependientes del poder político, como es el caso en la actualidad con la gestión de la pandemia sanitaria. Así el Estado trata de conformar a la opinión pública según sus propios intereses ideológicos bajo el paraguas de la seguridad y el bien común. Todo será resuelto por el todopoderoso Estado con el pretexto de la seguridad y la igualdad. ¿Dónde situamos la libertad, la iniciativa individual, la independencia personal? Entre libertad o seguridad yo me quedo con la libertad, entre individuo o Estado, siempre  con el individuo, pese a que los más ingenuos queden atrapados por ese virus llamado "ideología", más difícil de extirpar que el propio coronavirus al que pretende erradicar.



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