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sábado, 16 de noviembre de 2019

Mis libros





   Aún no ha amanecido y la penumbra sigue instala en mi habitación. Los libros, esos libros que tanto me han dado, permanecen en los estantes en silenciosa locuacidad, recordandome en cada momento, situaciones o experiencias vividas a lo largo de mi vida. Libros que me  hablan en el silencio un lenguaje personal con palabras sin sonido, pero que dicen mucho. Son ladrillos eficientes con los que he construído eso que  llamamos  "personalidad", "yo", "vida", o "mundo". Aquellos que no me han defraudado, cuando en momentos de angustia, miedo o zozobra, siempre han estado ahí para mostrarme el camino, aconsejarme a elegir lo mejor, o cuestionarme sobre un determinado problema aporético. Mi mirada se detiene en cada uno de ellos, y con ellos. Entablo una conversación fluída que trata sobre los diversos momentos en los que ambos hemos vivido experiencias comunes del pasado. Mi vida expuesta en esa librería, en donde de repente, todo vuelve a ser lo que fue, a recobrar tiempos pretéritos, recuerdos emocionales de alegría o tristeza. Algunos, con tal viveza, que acortan y achican el tiempo y el espacio. Tiempos y lugares pasados como si todo hubiese sucedido ayer. 
Libros hay de toda clase y condición: nuevos y viejos, grandes y pequeños, próximos o lejanos. Los hay, que tratan sobre filosofía, antropología, psicología, sociología, lógica o metafísica.  Libros escritos por los pensadores más grandes que ha dado la humanidad: Platón, Aristóteles, Cicerón, Séneca, Descartes, Spinoza, Kant, Hegel, Habermas, Ortega,...etc. Libros que ayudan a entender un paradigma histórico de una u otra época. A comprender  una  determinada visión antropológica de este complejo microcosmos llamado hombre, y su relación con el mundo y su entorno, como realidad de naturaleza social y ética. Libros de literatura, narrativa, poesía, teatro. Un deleite para los sentidos, un viaje hacia un lugar utópico, creado a imagen y semejanza de nuestros sueños, un reino de  posibilidad y libertad alejado del determinismo físico o metafísico.
Familiares y amigos, cuando contemplan esta ingente cantidad de libros en mi biblioteca, me aconsejan que los entregue a alguna institución pública para provecho y deleite de sus potenciales lectores, o se los regale a alguien que sea aficionado a la lectura. Pero yo siempre respondo lo mismo: no haré tal cosa. No los expulsaré de mi vida porque para mí cada uno de ellos ha tenido un papel determinante que yo sigo valorando, y cada vez que los vuelvo a leer, nunca me defraudan, porque siempre descubro algo nuevo, que yo presto, comparto con vosotros: ellos son mi primera fuente de inspiración.  Cuando alguien me pide que le preste un determinado libro, nunca me niego, es más, siempre he sido receptivo a tal petición, pero desprenderme de ellos !jamás! son parte de mi vida. Nadie que aprecie una cosa se desprende de ella: mis libros se irán conmigo y yo con ellos. El día que me yo me marche, que hagan lo que más quieran mis herederos. Mi consejo es que procuren leerlos y aprendan de ellos. La vida les será más liviana. Pero si finalmente no los van a utilizar, los donen a una institución pública para disfrute y provecho de aquellos que quieran leerlos. 



N.B. Dedicado a todos aquellos que aman los libros.





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