un lento atardecer
Pasó el primer día después de tu sepelio
en un atardecer que nunca terminaba,
y en aquel cementerio allí quedaban,
tus abrazos y tus besos sin aliento.
Qué lento atardecer sin movimiento,
de cipreses que imitan a los muertos,
y de nubes paralizadas en el cielo,
en un lento deambular con desaliento.
Qué pena reconcome mi alma,
de sentir que no te siento en este día,
todo en torno a mi se deshilacha:
Soy vestido despojo de su suerte,
por un sino de costuras hilvanado,
todo en torno a mi se deshilacha:
Soy vestido despojo de su suerte,
por un sino de costuras hilvanado,
transformado en sudario de la muerte.
antonio gonzález
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