Ante un acto criminal, como es la matanza de tantas personas entre ellas niños inocentes en Israel y Gaza, así como los males que sufren los seres humanos a causa de los fenómenos naturales, es inevitable preguntarse "el por qué" de estos males, y por qué Dios no interviene y lo permite. No es fácil la respuesta. Desde un humanismo antropológico -y si me permiten- desde la creencia, surgen numerosas preguntas de difícil respuesta, cada una legítima desde la complejidad del problema. Para unos serán suficientes las respuestas de la ciencia y sus leyes físicas sujetas a un determinismo cosmológico; para otros, -creyentes en la transcendencia- no basta la ciencia sino que van más allá. La pregunta siempre es la misma: ¿Cómo puede Dios siendo bueno y omnipotente permitir esto? La respuesta no es sencilla sin cuestionarnos antes la compatibilidad entre el "libre albedrío" y el determinismo. David Hume intentó resolver el dilema sosteniendo que el libre albedrío y la causalidad no son opuestos en realidad. El libre albedrío, dice, es compatible con la causalidad y, más aún, es dependiente de la causalidad. Sólo podemos hacer elecciones libres en un mundo gobernado por la causalidad. Si el mundo no estuviese gobernado por la causalidad no podríamos saber qué pasaría después de que hiciésemos nuestras elecciones y, por lo tanto, nuestras elecciones carecerían de sentido. Las propias elecciones son causas: en un mundo sin causalidad las elecciones no tendrían ningún efecto. El hábito y la costumbre de la experiencia tienen algo que decir, pero no siempre; si algo sucedió siempre, no tiene por qué no seguir sucediendo. Perfecto, tal y como concibe la ciencia el empirismo. Pero insuficiente para explicar la conducta humana; hay que aceptar un punto intermedio entre libertad y determinismo cuando nos referimos a los hechos humanos; hay que aceptar una libertad "condicionada" por factores naturales, biológicos, psicológicos y sociológicos. Una libertad humana contingente, no absoluta, que hace de la voluntad humana ser libre y responsable de sus actos.
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sábado, 14 de octubre de 2023
Dios y el problema del mal
Ante un acto criminal, como es la matanza de tantas personas entre ellas niños inocentes en Israel y Gaza, así como los males que sufren los seres humanos a causa de los fenómenos naturales, es inevitable preguntarse "el por qué" de estos males, y por qué Dios no interviene y lo permite. No es fácil la respuesta. Desde un humanismo antropológico -y si me permiten- desde la creencia, surgen numerosas preguntas de difícil respuesta, cada una legítima desde la complejidad del problema. Para unos serán suficientes las respuestas de la ciencia y sus leyes físicas sujetas a un determinismo cosmológico; para otros, -creyentes en la transcendencia- no basta la ciencia sino que van más allá. La pregunta siempre es la misma: ¿Cómo puede Dios siendo bueno y omnipotente permitir esto? La respuesta no es sencilla sin cuestionarnos antes la compatibilidad entre el "libre albedrío" y el determinismo. David Hume intentó resolver el dilema sosteniendo que el libre albedrío y la causalidad no son opuestos en realidad. El libre albedrío, dice, es compatible con la causalidad y, más aún, es dependiente de la causalidad. Sólo podemos hacer elecciones libres en un mundo gobernado por la causalidad. Si el mundo no estuviese gobernado por la causalidad no podríamos saber qué pasaría después de que hiciésemos nuestras elecciones y, por lo tanto, nuestras elecciones carecerían de sentido. Las propias elecciones son causas: en un mundo sin causalidad las elecciones no tendrían ningún efecto. El hábito y la costumbre de la experiencia tienen algo que decir, pero no siempre; si algo sucedió siempre, no tiene por qué no seguir sucediendo. Perfecto, tal y como concibe la ciencia el empirismo. Pero insuficiente para explicar la conducta humana; hay que aceptar un punto intermedio entre libertad y determinismo cuando nos referimos a los hechos humanos; hay que aceptar una libertad "condicionada" por factores naturales, biológicos, psicológicos y sociológicos. Una libertad humana contingente, no absoluta, que hace de la voluntad humana ser libre y responsable de sus actos.
lunes, 2 de octubre de 2023
¡¡Qué muda te están dejando!!
sábado, 23 de septiembre de 2023
Transfuguismo
domingo, 11 de junio de 2023
¿Cómo transmitimos la fe?
sábado, 27 de mayo de 2023
Defiende lo que piensas
jueves, 4 de mayo de 2023
PLATÓN, un filósofo dualista
Cosmos Noetós
Conocer es recordar
lo que el alma contempló,
en un mundo bello de ideas,
llamado: "Cosmos noetós"
No nace el conocimiento
de aquello que es mutable,
pues de lo mudable
no hay ciencia estable.
La ciencia ha de fundarse
en aquello que es estable,
no un mundo cuyo modelo,
origina lo inestable.
El sabio no puede saber más
pues es quien todo lo sabe,
no tiene más que saber,
ni sabio que le aventaje.
Aquél que lo sabe todo
nada puede más saber,
pues en "el todo" está
todo lo que hay que saber.
No hay nadie tan necio
que no sepa nada,
pues al menos sabe una cosa:
que es no saber nada.
Ni hay en el mundo hombre
que no sepa nada,
pues no sabría qué saber,
aquel que no sabe nada.
Entre el sabio y el ignorante,
está la filosofía:
amor es por la "Sophia"
recordar lo que sabía.
Es la tensión del filósofo
que se afana a cada instante
por encontrar la Verdad,
de dos mundos equidistantes.
Así lo dice el fundador
en un bello diálogo escrito,
cuyo nombre es El Menón
Cambiante y perecedero
el mundo de la opinión:
es el mundo de las cosas,
llamado Cosmos horatós.
En él se da la opinión,
la apariencia, el movimiento,
es un mundo relativo,
sin juicio y discernimiento.
de ideas como modelo:
de realidad más real.
Es fundamento del ser,
modelo para el saber,
fuente de principios éticos,
del obrar y del deber.
Ya nos lo dijo Platón:
-Conocer es recordar
lo que el alma contempló,
en un mundo bello de ideas,
llamado, Cosmos noetós.
Antonio González Padilla
martes, 25 de abril de 2023
Santos Mártires de Abla
APOLO, ISACIO, Y CROTATO,
Y LA VIRGEN DEL BUEN SUCESO
provincia Hispano-romana,
ocurrió esta gran historia
II.
El Augusto Diocleciano,
representado en Hispania
por su prefecto Daciano,
al pie de Sierra Nevada,
con sus casas encaladas
y muralla coronada.
V.
acampó con sus soldados,
al frente de todos ellos
su jefe Publio Daciano.
VI.
por Carthago y Tarraco
para rendir y dar cuentas,
al Augusto Diocleciano.
VII.
soldados que son muy creyentes
y otros que no creen en nada.
VIII.
en el "castrum" militar,
gratitud dan a sus dioses
IX.
Daciano les quiere hablar,
los soldados se aprestan
sus palabras escuchar:
X.
emperador y señor,
a los dioses del Olimpo
os ordena adoración.
XI.
no así tres jóvenes soldados,
que rechazan adorar,
a un Júpiter impostado.
XII.
dignos por su integridad,
prestigiosos y piadosos,
honestos por su moral.
XIII.
cumplo como soldado,
pero no quieras que adore
ídolos hechos a mano.
XIV
y a su Hijo Jesucristo,
como nuestro Redentor.
XV.
cristiano soy por la fe,
mi vida doy por Jesús,
y por su Iglesia que cree.
XVI.
No
que no vean la luz del sol!
!Encerrarlos en mazmorras
hasta que perjuren de Dios!
XVII.
que no nuestro corazón;
átalas con fuertes cuerdas
XVIII.
los tres jóvenes soldados,
por la soldadesca son
empujados y apaleados.
XIX.
los tres caen en oración,
piden al Dios Padre Bueno,
ser firmes en la aflicción.
XX.
cristianos según Dios,
XXI.
Daciano el gobernador,
sentado en el Pretorio
comienza su acusación:
XXII.
seréis condenados en juicio!
XXIII.
reverenciad a vuestro dios;
nosotros solo adoramos,
a nuestro Señor Salvador,
XXIV.
Él dijo: yo soy la vida
XXV.
no comprende esta postura,
y es tal la ira en su rostro,
que pierde la compostura.
XXVI.
de pronto manda azotar,
hasta que la sangre brote
y les haga escarmentar.
XXVII.
dominando el mundo entero,
no se puede permitir
XXVIII.
las costumbres preservadas,
por todos los ciudadanos
XXIX.
-así pensaba Daciano-
condenando a tres inocentes
a un martirio sanguinario.
XXX.
en el gran foro de Alba,
con tres postes de madera,
y tres gavillas apiñadas.
XXXI.
atados de pies y manos,
recitan una oración,
se reconfortan callados.
XXXII.
sin que se oiga un lamento,
de pronto un canto armonioso
suena en ese momento.
XXXIII.
a aquellos cuerpos gloriosos,
pues por encima del fuego,
aparecen victoriosos.
XXXIV.
más fuerte e intenso que el sol,
aparece entre las llamas,
causando un gran estupor:
XXXV.
sonríe a los tres soldados,
lleva un hijo bajo el brazo
y un cetro en la otra mano.
XXXVI.
las gentes ante este suceso,
alabando a la Señora,
por vivir este momento.
XXXVII.
XXXVIII.
que el fuego no les quemó,
mandó fuesen maltratados
XXXIX.
y por las uñas metieron,
a los tres heroicos soldados,
cuya sangre esparcieron.
XL.
les mandó decapitar,
rodaron sus tres cabezas,
y la sangre por igual.
XLI.
con motines y desacatos,
después de ver el martirio,
de Apolo, Isacio, y Crotato.
EPÍLOGO
Esta es la verdadera historia,
de Apolo, Isacio y Crotato,
los tres valientes soldados,
que padecieron martirio
con la Virgen a su lado,
y el Niño Jesús en sus brazos.
Hoy por la Iglesia son reconocidos,
festejados, venerados, y queridos,
En su frente la corona del laurel,
y la palma del martirio en la mano.
Los tres Santos martirizados,
Este es "El Gran Suceso"
que sucedió en nuestro pueblo.
Este fue el acontecimiento,
que a su Patrona dió nombre:
La Virgen del Buen Suceso.
Antonio González Padilla
sábado, 8 de abril de 2023
Getsemaní
domingo, 2 de abril de 2023
Progresista, una palabra ambigua
A fuerza de repetir la palabra "progresista" una y otra vez, la izquierda española trata de autoproclamarse como la única opción política válida y eficaz para la resolución de los múltiples problemas de nuestro país, a la vez que califica y denigra a la derecha liberal española como conservadora, ineficaz y obsoleta. El significado de la palabra progresista se queda en la ambigüedad, en la indeterminación más absoluta sin expresar un significado concreto. No obstante, la palabra "progresista" nos catapulta hacia la idea de un futuro, novedoso, moderno, futurible y como tal eficiente, etc frente a la palabra "conservador" que nos remite a la idea de pasado, tradicional, viejo, antiguo, ineficaz y obsoleto. Pero la historia nos enseña que esto no siempre ha sido así, ni tiene por qué serlo. La izquierda, o el marxismo como doctrina en la que se fundamentan los principales postulados de la izquierda representa, no el progresismo, como cínicamente se sigue auto proclamando, sino todo lo contrario: lo retrógrado, anacrónico y antiguo. El marxismo representa la pervivencia de los valores políticos, sociales y económicos del Antiguo Régimen al que se oponían los ilustrados. La izquierda sustituye la figura del rey, del príncipe medieval, por el Estado, máximo representante político y juez supremo, al que el pueblo debe pleitesía. El estatismo representa lo más retrógrado. Es la izquierda, frente al progreso liberal, democrático, de derechas, lo que todavía se invierte en nuestras sociedades. El marxismo siempre se opuso a las revoluciones industriales, al progreso, y a todo lo que ha mejorado la vida en general del ser humano en el planeta. Ahora, con el ecologismo, con la religión climática, puro anti capitalismo, anti liberalismo, pretenden una vuelta inclemente al pasado, a un imposible paraíso terrenal, al tribalismo. No, no es progresista el rancio nacionalismo nacido en el siglo XIX, el populismo actual o el supremacismo catalán o vasco. Miren -a modo de ejemplo- como describía a los españoles el presidente de la Generalidad Joaquín Torra: "Carroñeros viboras, hienas. Bestias con forma humana que beben odio. Un moho perturbado, como con moho de dentadura postiza contra todo lo que representa la lengua(...) Viven, mueren y se multiplican. La bestia segregó de su boca agua rabiosa. Un hedor de cloaca salía de su aliento...un sudor mucoso como de sapo resfriado, le manaba de las axilas." ¿Es esto progresista? Y lo peor, es que algunos secesionistas pìensan lo mismo, y otros miran para otro lado, como es el caso de intelectuales, profesores, jueces o periodistas con intereses creados. Es el mundo al revés: un negocio político del que viven muy bien todos los zánganos del sistema capitalista de siempre. Ahí tenemos al Gobierno de España como ejemplo, y a todo el clan de funcionarios, sindicalistas, feministas y comisarios políticos en general, que dan sustento ideológico a los enemigos de la libertad y del ser humano.