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domingo, 26 de octubre de 2025

A la memoria de Juan José Ortiz Jiménez







Hay personas que dejan una huella imborrable en la vida de quienes tienen la fortuna  de compartir con ellas un tramo del camino. Personas cuya sola presencia ilumina, cuya bondad serena inspira confianza, y cuya generosidad nace del amor más puro: el que da sin esperar nada a cambio. Una de esas personas es mi cuñado Juanjo.

Ayer lo despedimos. Ayer dijimos adiós a nuestro querido cuñado y amigo Juan José Ortiz Jiménez, Juanjo, para todos, o el Moli, como con cariño le llamaban. El 23 de octubre nos dijo adiós, dejando una herida profunda en el corazón de su esposa, de sus hijos, de sus nietos, de todos  quienes lo quisimos. Su marcha nos ha dejado un silencio que pesa, una tristeza que la razón no comprende y el corazón siente. Cuesta comprender que un hombre fuerte, vital, lleno de vida y de proyectos se haya marchado tan repentinamente. Durante dos largos meses luchó con una valentía serena y una dignidad ejemplar. Nunca se rindió. Pero la enfermedad -implacable y silenciosa- acabó imponiéndose. Allí, en la habitación de un hospital, se apagó su vida; allí quedaron sus sueños, sus empeños, sus ilusiones, su deseo de seguir construyendo su casa y compartiendo días de felicidad con los suyos.

Amaba la libertad, el campo y la naturaleza. Y, sin embargo, el destino quiso encerrarlo entre cuatro paredes. Sentía pasión por los animales como muestra el terreno donde habita, rodeado de toda clase de animales. La fuerza que ponía en todo, el entusiasmo y el tesón por acabar lo empezado, la alegría, las ganas de vivir, todo eso quedó truncado en ese fatídico 23 de octubre... el mismo día en que, seis años atrás, nos dejó también nuestro querido suegro Antonio Guzmán. Quizá no haya casualidades sino designios que se nos escapan. Quiero creer -y así lo creo-  Dios llama a los mejores; a los buenos, a los nobles de corazón.

Juanjo era, ante todo, un hombre bueno. Generoso, servicial, alegre, prudente. Si una palabra lo define, esa palabra es generosidad, siempre dispuesto a servir a los otros. Junto a la prudencia, su virtud más callada, pero también la más profunda: sabía estar, sabía escuchar, sabía cuándo hablar y cuándo callar. Siempre humilde, siempre entregado.
Amaba con ternura a su esposa Magdalena, compañera de toda la vida, a quien admiraba en silencio y comprendía con solo mirarla. Fue para ella un esposo apasionado y fiel; y ella para él, un ejemplo  de alegría, entrega y generosidad. Juntos formaban una pareja luminosa, alegre, cómplice. Se amaban con una bondad sencilla y contagiosa, que llenaba de alegría los corazones de quienes los rodeaban.  
Sus hijos Laura y Juanjo, fueron su orgullo y su alegría. Los amaba con devoción, y ellos le correspondían con el mismo cariño. Con su hija Laura, su Niña... compartía esa complicidad hecha de gestos, de risas, de silencios entendidos; con su hijo Juanjo, la pasión por la caza y la libertad del monte, espacio de comunión con la naturaleza y con la vida. Sus nietos, tan pequeños aún, lo adoraban. Se embelesaban con sus historias, con sus risas, con esa luz que desprendía su mirada. Para ellos, el abuelo era sinónimo de juego y ternura.
Toda la familia -sus hermanos, cuñados, sobrinos- y esta gran familia que formamos todos, sentimos el hueco inmenso de su ausencia. También todo el pueblo de Fiñana lloró su partida, y sus numerosos amigos de su pueblo natal de Abla. Ayer, en su funeral, cada lágrima, cada abrazo, cada palabra, fue testimonio del cariño que sembró en vida.

Nos queda el consuelo de la fe: no decimos adiós, sino hasta luego. Confiamos en que un día volveremos a encontrarnos en la Casa del Padre, donde no hay dolor ni despedidas. Mientras tanto, seguimos aquí, tratando de continuar su camino, de imitar su ejemplo. No será fácil, pero lo intentaremos, porque eso -sin duda- es lo que él querría. ¡Hasta luego, querido Juanjo. Hasta siempre! Tu recuerdo vivirá en nosotros, en cada sonrisa, en cada anécdota, en cada gesto de bondad que inspire tu memoria.


miércoles, 22 de octubre de 2025

Apertura de Curso Universidad Abierta Comarca Río Nacimiento




Ayer, 21 de octubre, a las cinco de la tarde, el Centro Cultural de Abla volvió a ser un lugar lleno de sonrisas, conversaciones y reencuentros. Con el inicio de un nuevo curso de la Universidad Río Nacimiento, regresó también esa ilusión compartida por aprender, descubrir y seguir creciendo juntos.

El acto inaugural estuvo presidido Por Don Francisco Javier Sánchez, alcalde de Abla, quien tomó la palabra para agradecer la colaboración de las instituciones que hacen posible esta valiosa iniciativa: la Universidad de Almería (UAL), los ayuntamientos de la Mancomunidad y la Asociación Crecimiento Humano, cuyo apoyo constante da sentido a una actividad que, más que un programa formativo, es una auténtica celebración del saber y la convivencia. 
El alcalde felicitó a los asistentes y los animó a seguir participando en esta experiencia tan enriquecedora para nuestra comarca y, especialmente, para nuestros mayores, quienes encuentran en ella un modo de aprender, compartir y cuidar su bienestar a través del conocimiento.

Tomó luego la palabra Don Rafael Montes, alcalde de Fiñana, quien subrayó la importancia de esta iniciativa como un verdadero motor de cohesión y unión para toda la comarca.
Entre los asistentes se respiraba alegría y emoción. Un centenar de mayores, llegados desde distintos pueblos de la comarca, llenaron de entusiasmo un salón que ya sienten como suyo. Cinco años han pasado desde que esta iniciativa echó a andar: el deseo de aprender, de mantenerse activo y de disfrutar de la cultura como camino hacia una vida  más plena, saludable y feliz, se hizo realidad.

Y de esto precisamente trató la ponencia inaugural, que estuvo a cargo de Doña  Guadalupe Molina Torres, profesora titular de la Universidad de Almería. Con un lenguaje cercano y claro, supo conectar con el público desde el primer momento, ofreciendo una charla práctica y motivadora sobre prevención y ejercicio terapéutico para mantener un cuerpo saludable.
En su intervención habló sobre la sarcopenia, esa pérdida progresiva de masa y fuerza muscular que acompaña al paso de los años, pero cuyo avance puede frenar con movimiento, constancia y buenos hábitos. No lo expresó como un problema, sino como un reto vital: aprender a cuidar el cuerpo para que siga siendo compañero fiel de nuestros deseos y proyectos. Porque mantenerse activo no es solo cuestión de fuerza física, sino también de ánimo, esperanza y amor por una vida saludable.

Esta idea me recordó el mito platónico, que tanto he explicado a mis alumnos, sobre el nacimiento de Eros en el Banquete de Platón, donde Eros es hijo de Poros (la abundancia o recurso) y Penia (la pobreza o carencia) Un diálogo apropiado para comprender la etimología de la palabra griega “sar” (carne) y “penia” (carencia). Así como Eros surge de la unión entre la falta y la plenitud, el cuerpo humano también es ese terreno donde la tensión entre la fragilidad y fuerza se juega día a día.
El cuerpo como Eros, es deseo constante: deseo de movimiento, de salud, de vivir plenamente. Y  eso es una vida alegre y saludable.

A continuación, tomó la palabra Don David Padilla para presentar el programa de actividades del curso. Con un tono cercano y abierto, enfatizó que este programa es solo un punto de partida, una invitación a que los propios integrantes, desde sus intereses y necesidades, vayan construyendo juntos el camino a seguir.
Para dinamizar los encuentros, propusieron dos actividades quinquenales que tendrán lugar cada quince días: los martes un cinefórum guiado por Don Antonio Pintado Calvo, donde compartirán películas que invitan a la reflexión y al diálogo; y los jueves, la lectura y debate de obras filosóficas, coordinado por Don Antonio González Padilla, para abrir horizontes y mantener viva la llama del pensamiento crítico.
Finalmente, el acto cerró con un momento cálido y festivo, compartiendo entre todos una deliciosa merienda, que sirvió para estrechar vínculos y celebrar el inicio de este nuevo curso con la alegría y esperanza de quienes saben que aprender es también vivir en comunidad.

                                                                          Antonio González Padilla
                                                                          Secretario Crecimiento Humano


miércoles, 1 de octubre de 2025

Hoy es el día del Mayor: ¡Feliz día a todos!






Queridos amigos y amigas de nuestra querida asociación:

Hoy, en este día de los Mayores, quiero dirigirme a vosotros desde lo más profundo de mi corazón para felicitaros con todo el cariño que os tengo. Ser mayor es un tesoro que nos ha regalado la vida, un regalo lleno de historia, de caminos recorridos, de risas y de lágrimas que nos han formado y nos hacen ser quienes somos. Somos los mayores, sí, y eso es motivo de orgullo porque significa que hemos vivido, amado y aprendido mucho.

En nosotros ya está la memoria de nuestros padres, de quienes nos precedieron y nos dejaron la herencia de la vida y de los valores más profundos. No miramos hacia atrás con tristeza ni añoranza, sino con respeto y gratitud; pero nuestra mirada firme y serena está siempre adelante hacia un horizonte de paz, de alegría y de nuevas ilusiones.

Somos una familia, una comunidad, y en esta asociación tan especial estamos unidos para compartir compañía, historia y apoyo. Que este día nos sirva para celebrar juntos nuestra fortaleza y para seguir caminando con esperanza, porque aún nos quedan cosas por vivir y regalar.

Os abrazo con todo mi afecto y os animo a mantener esa llama interior, esa alegría sencilla que brota de nuestra tierra y de nuestros corazones; por mantener vivo el espíritu joven que nunca se pierde. Gracias por ser parte de esta gran familia y hacer grande esta asociación bajo el cielo de Abla ¡Feliz día de los mayores!

Con todo el cariño y admiración de la Presidenta, toda la Junta Directiva y quien os habla, 
                                
                                                          Antonio González Padilla



Secretario de la Asociación de Mayores "Centro Recreativo Santos Mártires" de ABLA (Almería)