"El hombre no es más que una caña, la más débil de la
naturaleza, pero es una caña pensante. No hace falta que el universo
entero se alce en armas para aplastarlo; un vapor, una gota de agua
bastan para matarlo. Mas, aun cuando el universo lo aplastara, el hombre
seguiría siendo más noble que lo que lo mata, puesto que él sabe que
muere y sabe la ventaja que el universo tiene sobre él. El universo nada
sabe de ello". Pensamientos para la religión y otros asuntos.
Blaise PascalPero la primavera no lo sabía
Hace ya unos años, en este día
llegó la primavera sin que ella lo supiera,
el invierno murió sin una queja,
las plantas se alegraron de aquel día,
se inició una gran fiesta,
y entre ellas hubo una explosión de alegría.
Pero la primavera no lo sabía...
Aquel día, la gente hacinada en hospitales,
se moría...sin aire en sus pulmones,
solos en una cama fría,
tan solos, como el día en que nacían,
así partían, y cómo morían,
con la mirada perdida.
Pero la primavera no lo sabía...
Ajena al dolor, ella,
seguía abriendo los surcos de la tierra
preparados para la sementera,
derretía las nieves de las cumbres,
y un manto de esperanza se extendía
por todos los confines de la tierra.
Pero la primavera no lo sabía...
Confinados los padres y los niños
el pánico y el miedo compartían
desoyendo al Cínico Diógenes
que nada necesitaba,
dejando las estanterías vacías
en carrera desenfrenada.
Pero la primavera no lo sabía...
Y mientras, el cielo se nublaba
oscurecido ante millones de miradas,
a la espera de una señal, una esperanza,
que el cielo les negaba,
los astros y planetas sabedores del dolor
y el desespero, no lo compartían.
Pero la primavera no lo sabía...
antonio gonzález
Hace ya unos años, en este día
llegó la primavera sin que ella lo supiera,
el invierno murió sin una queja,
las plantas se alegraron de aquel día,
se inició una gran fiesta,
y entre ellas hubo una explosión de alegría.
Pero la primavera no lo sabía...
Aquel día, la gente hacinada en hospitales,
se moría...sin aire en sus pulmones,
solos en una cama fría,
tan solos, como el día en que nacían,
así partían, y cómo morían,
con la mirada perdida.
Pero la primavera no lo sabía...
Ajena al dolor, ella,
seguía abriendo los surcos de la tierra
preparados para la sementera,
derretía las nieves de las cumbres,
y un manto de esperanza se extendía
por todos los confines de la tierra.
Pero la primavera no lo sabía...
Confinados los padres y los niños
el pánico y el miedo compartían
desoyendo al Cínico Diógenes
que nada necesitaba,
dejando las estanterías vacías
en carrera desenfrenada.
Pero la primavera no lo sabía...
Y mientras, el cielo se nublaba
oscurecido ante millones de miradas,
a la espera de una señal, una esperanza,
que el cielo les negaba,
los astros y planetas sabedores del dolor
y el desespero, no lo compartían.
Pero la primavera no lo sabía...
antonio gonzález
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