Hablar de la Feria de Ganado de Abla para cualquier niño hijo de agricultor de los años 60, es evocar recuerdos placenteros. Hombres y ganado se reunían una vez al año en común simbiosis para una tarea común: la de aportar al campo su mano de obra más importante para las tareas más imprescindibles y necesarias.
La primera Feria de Ganado de Abla de la que tenemos noticia se remonta al año de 1887. Como todas las ferias de ganado, ha experimentado una evolución de acuerdo a la revolución industrial y a la propia evolución de la sociedad, por lo que este tipo de feria ha adquirido un sentido muy distinto a lo que fue.
Antiguamente las ferias de ganado estaban asociadas a la trashumancia, es decir al desplazamiento estacional de los rebaños. Los rebaños, ya sean equino, bovino, ovino o caprino, se desplazaban entre los llanos a la montaña, al llegar la primavera y el verano, y a la inversa, de la montaña a los llanos durante los meses de otoño, buscando los pastos apropiados y el clima más favorable para el bienestar del rebaño.
En el recorrido que hacían los pastores, se aprovechaban los cruces de camino para establecer una feria. Allí no solo se vendía o compraban animales, sino que también se contrataban pastores o se surtía al rebaño de cencerros muy necesarios para su control y seguridad. La situación geográfica de Abla, entre valles, ríos y montañas, predispuso a Abla como población idónea de feria de ganado.
A mediados de octubre, la "Cañá el Gitano" -un lugar estratégico a la entrada del pueblo- se poblaba de toda clase de animales de todo pelaje, para ser expuestos ante una abigarrada multitud de tratantes, ganaderos y campesinos, venidos de todas las partes de la comarca más cercanas de la zona, para comprar o vender asnos, mulos o ganado ovino y caprino -animales imprescindibles para las labores más pesada del campo-, y materia prima para el consumo de carne o para la producción y elaboración de productos lácteos.
A partir de los años 90, la emigración del campo a la ciudad y la mecanización de maquinaria industrial agrícola, eliminó de un plumazo los animales de tiro y carga del campo para ser sustituidos por tractores de tracción mecánica. La feria de ganado animal dejó de tener sentido y se transformó en una fiesta local más entre las fiestas de abril y las fiestas Navideñas. En nuestros días, solo queda el nombre de Feria de Otoño como un eco efímero de un pasado que nunca volverá a ser lo que fue.